Pinzas de metal por...
Una curiosa portada te llama para que intervengas: un juego de puzzle, una lupa... que invitan al juego y un espacio para instrucciones para guiar de forma muy sucinta los primeros pasos...
y a la piscina! porque lo qeu está claro es que la lógica es muy necesaria es estos espacios, o al menos no lo parece ser en este relato, que va combinando acción del lector con resultados que parecen sacados del puro azar.
La lupa nos ayuda a elegir entre las tres piezas a encajar: nombres de protagonistas, espacios o ubicaciones y objetos - todos o casi relacionados con el campo semántico de una peluquería, que es donde han ocurrido las acciones que he ido leyendo-.
Estas tres opciones nos proporcionan sobre el espacio del puzzle un juego de frases que nos indicarán brevemente las pistas necesarias para elegir qué historia queremos seguir, y he ahí cuando ya tenemos todos los ingredientes para ver el resultado: se nos cuenta un pedacito de la historia, que se va completando con más personajes y más pedacitos. Finalmente los pedacitos se convierten en piezas de puzzle que se van destapando... un rostro? una propuesta a terminar la historia?
No encontramos la linealidad de otros, por lo que entendemos al espectador del arte abstracto cuando dice " no lo entiendo". Nos falta el recurso al que estamos acostumbrados desde niños: saber por dónde va la historia y casi casi conocer dónde nos lleva. Esa incomodidad de no dominar el relato se apodera del lector-espectador.
Se trata de una interface sencilla, un poco lenta quizá para tener entretenido al interesado medio en continuar la histoira, lo que unido a la primer incomprensión del asunto, puede hacer que nos desesperemos y nos demos por vencidos. Una vez "pillado el truco" la navegación es más sencilla e intuitiva y no necesita unos conocimientos previos para seguir el relato.
A pesar presentar una historia curiosa, rica literariamente hablando - muchos personajes, detalles, metáforas y ambientaciones interesantes- no presenta ilustraciones, fotografías o cualquier otro recurso que anime o ambiente el espacio, cuya presentación se queda en la página de portada y no va más allá ni cambia de escenario. También se hecha en falta la integración de elementos sonoros - qué bien hubiera estado oir el ambiente de una peluquería, con la cantidad de diferentes sonidos para jugar con ellos!- o recursos de hipertexto con los que dar más rienda al lector-espectador.
En definitiva, se trata de un realto digital donde prima lo literario - siendo de una gran calidad- a lo visual, que se presenta de una forma un tanto caótica, incluso dentro de la no- linealidad, en el que el lector podrá leer fragmentos aislados de una historia única que se vislumbra porque aparecen numeradas en un rincón, pero que no será capaz - al menos no lo he sido yo en mis intentos- de darle una coherencia que me ayudara a enlazar las partes con un todo. ¿Es ese el fin del relato? ¿Provocar un caos del que aprender?
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